jueves, 10 de diciembre de 2009

REPORTAJE - EL CINE EN BOLIVIA-




En 1897, el cinematógrafo llegó a Bolivia y ese mismo año se realizaron las primeras proyecciones en el Teatro Municipal de La Paz. Las primeras filmaciones hechas en Bolivia fueron realizadas en 1904. El primer film nacional fue "Retrato de Personajes Históricos y de Actualidad", que registró algunas personalidades de esa época.

Solamente en 1912 surgieron los primeros cineastas bolivianos. Fueron Luis Castillo y J. Goytisolo, los cuales han hecho diversas "vistas locales" (registros de fiestas, desfiles, acontecimientos, etc.). Pero el primer gran nombre del cine nacional fue el italiano Pedro Sambarino, que llegó al país en 1923, procedente de Argentina, donde había trabajado varios años. Con su productora, Bolivia Films, rodó el documental "Por Mi Patria" y Corazón Aymara (1925), primer largometraje nacional.

El mismo año, fue hecha La Profecía del Lago, de José María Velasco Maidana, que fue prohibida por la censura por contar el idilio amoroso de un indio con una mujer blanca. El director crearía después Urania Films y realizaría algunos cortometrajes y sobre todo, Wara Wara, ambientada en el tiempo de la conquista española, una gran producción para la época, con muchos nombres conocidos y gran éxito de público.



Inicio de la época sonora

Con un método aún precario de sonorización, se estrenó en 1933 Hacia la Gloria, de Mario Camacho, que se inscribió así como la primera película sonora del país. Pero el cine mudo todavía perduró en los años 30, siendo la guerra el tema más utilizado por los realizadores, debido al conflicto bélico desatado con Paraguay en el Chaco (1935-1938). Por ese tiempo la producción de cine cesó, como en otros países, por la falta recursos tecnológicos para hacer películas con sonido.



Solamente en 1948, en razón de los festejos del IV Centenario de fundación de La Paz, la empresa Emelco rodó el documental Al Pie del Illimani, considerado el primer largometraje sonoro boliviano. Por esa época, inició su carrera como documentalista un joven sucrense llamado Jorge Ruiz, que al lado del operador técnico Augusto Roca formó una talentosa dupla. Ellos colaboraron al director Alberto Perrín Pando a rodar el cortometraje "Donde Nació Un Imperio", primer film a color del país.



Poco después de la Revolución de 1952, se fundó el Instituto Cinematográfico Boliviano (I.C.B.), que tuvo desvirtuado sus objetivo de fomentar el cine en el país y pasó a ser un simple instrumento de propaganda del gobierno. Extinto en 1968, dio lugar a la Televisión Boliviana Nacional (TVB).



El mismo año de fundación del I.C.B. (1953), Jorge Ruiz rodó el que es considerado el mejor film de la historia del cine boliviano: el cortometraje "Vuelve Sebastiana", obra ambientada en el altiplano y que retrata la cultura chipaya. Ruiz sigue haciendo algunos de los más importantes cortos bolivianos en todos los tiempos, hasta realizar su primer largometraje, La Vertiente, en 1958.



Ukamau, Sanjinés y Eguino



El año siguiente al largo de Ruiz, regresó de Chile Jorge Sanjinés, que en las décadas siguientes se convertiría en uno de los mayores referentes del cine latinoamericano. Sanjinés, que entre otros trabajos filmó el premiado cortometraje "Revolución" (1963), fundó el grupo Ukamau en 1966, junto a Oscar Soria, Ricardo Rada y Hugo Roncal. Hicieron Ukamau, primera película hablada en aymara, y luego Yawar Mallku, primera en quechua, ya con la presencia del fotógrafo Antonio Eguino.



En los años 70, luego de realizar la multigalardonada El Coraje del Pueblo, el grupo se dividió en dos, con Sanjinés por un lado y la dupla Soria-Eguino por otro. Mientras el primero pasó a hacer películas fuera del país, Eguino estrenó en 1977 Chuquiago, uno de los mayores éxitos bolivianos de público y crítica. Un año antes, se había fundado en La Paz la Cinemateca Boliviana.



El éxito de Chuquiago fue igualado por la ópera prima de un italiano radicado en el país. Paolo Agazzi presentó en 1981 la película Mi Socio, que convocó a casi 400 mil personas a las salas de cine y que fue reestrenada en 2001, también con gran acogida. Finalmente, cerrando el ciclo de las grandes taquillas del cine local, estuvo Amargo Mar, también de Eguino, que tocó de forma polémica el sensible tema de la pérdida del mar para los chilenos.


Los nuevos tiempos



Luego de varios años sin producir, Sanjinés regresó al largometraje en 1989, con una gran película. La Nación Clandestina ganó la Concha de Oro en San Sebastián, el mayor premio recibido por el cine boliviano. Dos años después, se aprobó la Ley del Cine y se fundó el Consejo Nacional del Cine (Conacine).



El Fondo de Fomento Cinematográfico, otorgado por el Conacine, propició el estreno récord de cinco películas en 1995. Las más destacadas fueron Jonás y la Ballena Rosada, éxito rotundo de público y ganadora de premios internacionales; Cuestión de Fe, gran debut de Marcos Loayza; y Para Recibir el Canto de los Pájaros, de Jorge Sanjinés.



Después de eso y con la certeza que el mercado local no tenía estructura para cinco estrenos en un mismo año, hubo una nueva caída en la producción. En la segunda mitad de la década, el estreno de mayor importancia fue El Día Que Murió el Silencio, nueva cinta de Agazzi, protagonizada por el argentino Darío Grandinetti. Se siguieron años sin producciones bolivianas, hasta que el debut de Rodrigo Bellott, Dependencia Sexual, tuviera una gran acogida de la crítica y relativo éxito en salas, considerando su escaso número de copias.



La ópera prima de Bellott se estrenó en el Festival Iberoamericano de Cine de Santa Cruz, creado en agosto de 1999 y realizado anualmente desde entonces. En poco tiempo, el certamen logró constituirse en un importantísimo espacio de promoción, difusión y discusión del cine latinoamericano en Bolivia. El boicot del Conacine y de ciertos círculos - con el claro interés de trasladar el festival a la sede de gobierno - ha dificultado la realización del festival, que se mantiene firme gracias a la labor incansable de sus organizadores, Ariel Gamboa y Cecilia Antezana.



Mientras tanto, la consolidación del cine digital ha permitido un aumento considerable en el número de películas realizadas en el país. Gente joven de departamentos como Cochabamba, Chuquisaca y Tarija empezó a realizar sus propias películas, sin esperar los incentivos de Conacine e Ibermedia y muchas veces sin acceder a una plataforma convencional de exhibición. También directores consagrados, como Jorge Sanjinés y Paolo Agazzi, se animaron a producir en digital.



La fiebre de nuevas producciones llevó a que hubiese más de diez estrenos entre 2004 y 2005, aunque no en todos los casos los números en taquilla acompañaran el esfuerzo desprendido. Aún así, se destacaron cintas como El Atraco (éxito de público) y Di Buen Día a Papá (éxito de crítica).



No hay comentarios:

Publicar un comentario